Parc de la Villete, OMA. Estrategias de la indeterminación: recuperando la experiencia proyectual del paisaje

 Por Sofía Montealegre Barba

En la periferia de París, allí donde limita la historia y la industria, se encontraba un terreno donde antiguamente existía el mercado y matadero de la ciudad. Este formaba parte de un plan de renovación urbana para convertir a Paris en una ciudad más atractiva y contemporánea, desarrollado por el Estado francés bajo el mandato de Mitterrand. Para ello, se llevó a cabo en 1982 un concurso para el diseño del Parc de la Villette, uno de los primeros proyectos de paisaje en el que se llamaba a arquitectos para su realización, luego del auge y crisis del movimiento moderno, que había obviado el paisaje en su agenda proyectual, reduciéndolo a mero “contexto”. 

 Producto de la particularidad paisajística del encargo, el concurso atrajo discusiones arquitectónicas que dialogaban profundamente con la teoría y las nuevas corrientes proyectuales. Entre ellas destacaba la indeterminación programática, los programas abiertos y superposición de usos presentes en las propuestas de OMA y Bernard Tschumi, siendo este último el ganador del concurso.

 Pero la propuesta de OMA no deja de estar presente como un proyecto transformador de los principios del diseño en las últimas décadas. Aplicando las ideas elaboradas en Delirious NY, la oficina de Rem Koolhaas propone un parque sin parque, un caos producido por una serie de elementos hiper-arquitecturizados que con el tiempo generarían un parque a partir de una serie de espacios inespecíficos y multiprogramáticos.

 El proyecto se planteaba desde la analogía con el rascacielos de Manhattan, donde 84 plantas se superponen sobre el mismo terreno, logrando generar 84 villas simultáneas, con programas e ideologías independientes, unidos por un solo elemento: su envolvente, logrando la monumentalidad e inestabilidad combinadas. El rascacielos en Manhattan se convierte en el modelo de la indeterminación urbana, donde no podemos controlar, imaginar ni proyectar que sucederá en cada terreno de la ciudad.

 Pero el encargo no se situaba en la metrópolis norteamericana que Koolhaas admiraba desde el extranjero, sino en una ciudad europea llena de historia y tradiciones tanto arquitectónicas como paisajísticas, en el límite con la expansión y la gentrificación de sectores industriales.

 Así, el proyecto de OMA se presenta como un diagrama de corte del rascacielos traspasado al plano de planta. Constituido por una serie de Bandas programáticas que, tal como las 84 villas del rascacielos, se desarrollan de manera independiente a partir de un espacio libre cual planta libre, sin intervenir una sobre otra y que solo se conectan por el “Mail” (elemento de circulación del proyecto), tal como el ascensor al rascacielos. Pero lo curioso es que, a diferencia del rascacielos, que trabaja en vertical, donde la gravedad y la estructura son esenciales para conseguir la independencia de cada planta superpuesta, el parque, por el contrario, trabaja en horizontal. ¿Cómo asegurar la independencia e indeterminación de las partes en un solo plano?

 Allí es donde aparece el paisaje. La subdivisión del gran paño en dichas bandas programáticas se elabora desde la construcción (porque este es un parque que se construye, no que se planta ni cultiva) de una serie de franjas de vegetación constituidas por setos, arbustos y árboles, como bambalinas teatrales. Este jardín se elabora a partir de elementos extremadamente arquitectónicos, modelados geométricamente, como un nuevo Versalles: un jardín francés en la periferia de París. Los acontecimientos se suceden divididos por estas ligeras franjas vegetales, cambiando sus usos en el tiempo, sin modificar su estructura general. Éstas son los únicos elementos estables del proyecto, los cuales, irónicamente, son los elementos arquitectónicos menos estables, condicionados por el tiempo, las estaciones y el crecimiento aleatorio y no-proyectable de la naturaleza.

 En ese sentido, la Villette no representa solamente la primera oportunidad para Koolhaas de poner a prueba su manifiesto retroactivo de Manhattan, sino además demuestra ser el proyecto idóneo para hacerlo. Allí donde el soporte para la indeterminación es un elemento por definición indeterminado.

 Cuando OMA presenta el proyecto, se refieren a “estrategia” antes que a “diseño”, respondiendo a las exigencias y la velocidad de la mutación de la metrópoli. “Estrategia” es un concepto ya utilizado en el área del paisaje, dado que uno no diseña la vegetación, sino que la dispone, entendiendo sus características, imaginando un parque que quizás el autor nunca alcance a vivir en esplendor, para dejarlo a disposición del tiempo, las personas y sus usos. El método de “estrategias” en vez de “diseño” reconoce la capacidad de enfrentar un terreno a partir de sus condiciones propias, de adaptarse y aprovechar el encargo para responder de la mejor manera. A partir de ello es que OMA contrapone su práctica de “surfistas en las olas” con las fantasías de control de los arquitectos modernos. Esta necesidad de control y omnipotencia de la arquitectura moderna, fue la que alejó del debate arquitectónico el paisaje y su inestabilidad intrínseca. Hasta el día de hoy en discusiones entorno al paisaje surge el cuestionamiento de dónde está la arquitectura en el paisaje, dónde está aquel objeto edilicio que lo define, aquello que se puede fundar y dibujar con precisión. Incluso se sigue llamando a esta área “Arquitectura del Paisaje” y no "Paisaje” en sí mismo (¡no se vaya a confundir con jardinería!). Probablemente porque todo aquello que es inestable, que crece, que se enferma, que se transforma en el tiempo, rápidamente pierde al autor, en tanto el proyecto original desaparece. No existe racionalidad que persista en el paisaje, a menos que de Versalles se trate, donde el proyecto ha sido sostenido por miles de jardineros que trabajan continuamente sobre sus hileras infinitas de setos perfectos, donde el jardinero era más importante que el arquitecto del rey. Pero este, como muchos de los parques que se siguen desarrollando hasta el día de hoy, son parques urbanos, periféricos, multitudinarios, sometidos al tiempo, al calentamiento global, la sequía, la economía y los intereses de sus administradores y políticos. Los arquitectos modernos tenían la fantasía de que sus obras los verían morir a ellos, y no al revés. Cuando se trata de paisaje, o simplemente de la ciudad, nada se puede prometer. 


 Imagen por OMA, Propuesta para el Parc de la Villete, Paris, Francia. 1984.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Terremotos e identidad

Parque Metropolitano de Cerrillos (ex Portal Bicentenario) - El Paisaje como Proyecto Público